El escándalo.
El 6 de febrero de 1926 la pequeña ciudad de Hidalgo del Parral se despertaba con una noticia que correría como reguero de pólvora.
Una fría mañana de febrero, un trabajador del panteón de nombre Juan Amparán encontró una tumba abierta. Con el ataúd aún dentro pero roto a la altura de la cabeza. En su interior un cuerpo, pero no estaba completo ¡Habían profanado la tumba del general Villa y se robaron su cabeza!
No habían pasado ni 3 años de su muerte cuando volvía a ser noticia. Uno podría suponer que después de sepultar el cuerpo y que le lloraran sus múltiples viudas no habría más aventuras de Francisco Villa, pero no fue así. El caudillo revolucionario daría mucho de que hablar aún después de su muerte.
Estos eran los hechos, indiscutibles, una tumba abierta, una cabeza ausente. La identidad de los participantes de la profanación y sus motivos para tal atrocidad no se saben con certeza.
Hubo algunas investigaciones, más chismes y rumores que otra cosa. Era importante dar una respuesta, la que sonara más convincente. Todavía había muchos leales villistas que no toleraban semejante afrenta y amenazaban con levantarse en armas.
Un gringo y un mexicano.
Al día siguiente se dio a conocer en los periódicos que los responsables habían sido un ciudadano estadounidense y un mexicano que habían preguntado unos días antes la ubicación de la tumba.
En esos momentos las identidades de estos personajes eran desconocidas y al intentar ubicarlos se dieron cuenta de que se fueron de Parral más rápido que alma que lleva el diablo. Pero recuerde nada es más sospechoso que un gringo y un mexicano juntos.
Soldado de fortuna
El gringo resultó un soldado de fortuna, Emil Lewis Holmdahl un militar norteamericano veterano de conflictos bélicos en Filipinas, Honduras, La primera Guerra Mundial y ya encarrerado también participó en la Revolución Mexicana en las fuerzas constitucionalistas de Venustiano Carranza.

No solo eso, también participó en la Expedición punitiva que intentó capturar a Villa después de que atacó la ciudad de Columbus.
El mexicano, Alberto Corral, primo de Luz Corral viuda de Villa. Según sus declaraciones estaban buscado un tesoro, de esos entierros de gente rica que al no poder llevarse sus objetos de más valor los ocultaban en los lugares más insospechados.
La gente estaba muy enojada, se dice que intentaron lincharlos pero al final salieron libres y la cabeza no apareció.
En días posteriores se soltaron al viento un montón de teorías, que si un millonario de Nuevo México había ofrecido una buena cantidad de dinero por la cabeza.
Que si un grupo de científicos esperaban el cráneo para examinarlo. Ismael Rodriguez, el gran cineasta mexicano utiliza la olvidada cabeza como narrador de sus historias en varias de sus películas.
Que si la sociedad secreta Skulls & Bones la tiene y la anexaron a su colección junto con la calavera del jefe indio Gerónimo (al que también robaron el cráneo de su tumba) y llevados a su sede en la universidad de Yale.
Hay un libro que trata la conexión de Emil y el robo de la cabeza. Se llama Juntos en el Infierno de Jorge Pech Casanova.
No es difícil relacionar la aparición del gringo por esos días con el robo y creo en lo personal que el motivo fue un interés económico.
El problema es que el rastro se esfumó, la cabeza no apareció y su ubicación es un misterio.
¿Qué diría mi general al saber que actualmente el robo de partes humanas es una práctica común en los cementerios de México?
¿Y usted que opina mi estimado lector? ¿Sabe el paradero de la cabeza de Francisco Villa? ¿Qué se cuenta?
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