Surcos y Balas: La vida de Emiliano Zapata, El Caudillo del Sur

Emiliano Zapata, líder campesino de Morelos "El caudillo del Sur" y Francisco Villa "El Centauro del Norte" fueron figuras emblemáticas de la Revolución Mexicana, unidos por su lucha contra la injusticia social y la defensa de los desposeídos.

Zapata, con su Plan de Ayala, abogaba por la reforma agraria, mientras Villa buscaba un cambio nacional con un enfoque militarista.

Su histórica reunión en Xochimilco en 1914 marcó una breve pero poderosa alianza contra Venustiano Carranza, simbolizada por su entrada conjunta a la Ciudad de México.

A pesar de compartir ideales, sus diferencias estratégicas y regionales limitaron su colaboración, dejando un legado de resistencia que aún resuena en la historia mexicana.

¿Quién era Emiliano Zapata?

Emiliano Zapata Salazar nació el 8 de agosto de 1879 en Anenecuilco, Morelos, un pequeño pueblo rural a unos 45 kilómetros al sur de la Ciudad de México.

Era el noveno de diez hijos de Gabriel Zapata, un granjero y entrenador de caballos, y Cleofas Jertrudiz Salazar.

Su familia, probablemente mestiza de ascendencia española y nahua, era conocida localmente y vivía con recursos modestos.

La infancia de Zapata en el campo le dio una profunda comprensión de las dificultades de los campesinos, especialmente frente a la expansión de las haciendas que usurpaban tierras comunales.

Zapata recibió una educación limitada de su maestro Emilio Vara, aprendiendo rudimentos de contabilidad que le sirvieron en su vida posterior.

Tras la muerte de su padre, cuando tenía 16 o 17 años, asumió la responsabilidad de mantener a su familia. Era emprendedor: compró un equipo de mulas para transportar maíz y ladrillos, y se convirtió en un exitoso cultivador de sandías.

Además, era un hábil jinete, participando en rodeos, carreras y corridas de toros a caballo, habilidades que le valieron un empleo como entrenador de caballos para Ignacio de la Torre y Mier, yerno de Porfirio Díaz.

Esta conexión le dio acceso a círculos de poder, pero también le hizo consciente de las injusticias del sistema porfirista.

En 1909, a los 30 años, fue elegido presidente del consejo de su pueblo, liderando la lucha por los derechos de los campesinos y la restitución de tierras.

Su compromiso con la causa agraria lo llevó a unirse a la Revolución Mexicana en 1910, liderando el Ejército Libertador del Sur.

En noviembre de 1911, promulgó el Plan de Ayala, un documento revolucionario que demandaba la redistribución de tierras a los campesinos, convirtiéndose en un símbolo del movimiento zapatista y un defensor de los derechos indígenas y campesinos.

Personalidad de Zapata.

Zapata era un líder carismático, profundamente respetado en su comunidad.

Su apariencia era icónica: vestía un traje de charro con pantalones ajustados de cachemira negra con botones de plata, un sombrero charro, una camisa o chaqueta de lino fino, un pañuelo, botas y espuelas estilo Amozoqueña, además de llevar siempre una pistola.

Emiliano Zapata a caballo

Sin embargo, también se le retrató en un estudio con un traje de negocios y corbata, proyectando una imagen de seriedad y profesionalismo.

"Habla poco, pero cuando lo hace, cada palabra parece tallada en piedra" (Reed, 1914).

Era un hombre de principios, conocido por su honestidad y su rechazo a la corrupción, incluso entre sus propios seguidores.

"Prefiero morir de pie que vivir de rodillas", declaró en una ocasión, reflejando su negativa a negociar con quienes consideraba enemigos del pueblo (Brunk, 1995).

Su compromiso con la justicia social era inquebrantable, y se le describe como un líder accesible y cercano a su gente.

"Emiliano no quería ser tratado como jefe. Decía: 'Si como bien yo y ellos [los soldados] no, ¿para qué sirve mi autoridad?'" (Womack, 1968).

Además, tenía una vida personal compleja: se casó con Josefa Espejo en 1910 y tuvo varios hijos, aunque las fuentes varían en cuanto al número exacto de esposas e hijos, con estimaciones de hasta 10 esposas y 15 hijos.

Al parecer, tener múltiples esposas y una gran cantidad de hijos era algo que tenía en común con los líderes revolucionarios de aquella época.

El Encuentro entre Villa y Zapata: Xochimilco, 1914

La relación entre Zapata y Villa se formalizó en un encuentro histórico el 4 de diciembre de 1914 conocido como El pacto de Xochimilco, un pueblo al sur de la Ciudad de México.

Villa y Zapata en Xochimilco

Este encuentro fue organizado en el contexto de la Convención de Aguascalientes, donde ambos líderes buscaban unir fuerzas contra Venustiano Carranza, quien había consolidado su poder como líder de los constitucionalistas tras la caída de Victoriano Huerta.

Cuando los líderes revolucionarios se sentaron a negociar. Zapata llenó dos copas de coñac y se las ofreció a Villa, quien a pesar de su conocida abstinencia, accedió a brindar: "Una no me va a matar, por el gusto de estar con usted general Zapata".

Sin embargo, al primer sorbo, el fuerte licor lo tomó por sorpresa: tosió, con los ojos vidriosos, y rápidamente pidió un poco de agua para aliviar el ardor del alcohol.

Durante la reunión, acordaron unir sus causas para promover una revolución social en favor de los campesinos y los más pobres, con un enfoque particular en la Reforma Agraria.

Discutieron tres puntos clave:

  1. Su oposición común a Carranza.
  2. Su identificación con las necesidades del pueblo
  3. La importancia de la reforma agraria como el principal tema nacional.

Dos días después, el 6 de diciembre de 1914, ambos líderes entraron triunfalmente en la Ciudad de México al frente de sus ejércitos, la División del Norte de Villa y el Ejército Libertador del Sur de Zapata.

Este evento fue capturado en fotografías históricas, incluyendo una famosa imagen donde Villa se sienta en la silla presidencial del Palacio Nacional, con Zapata a su lado.

Francisco Villa y Emiliano Zapata en la silla presidencial

Este momento simbolizó la unión de las luchas del norte y el sur, aunque su alianza fue breve, disolviéndose rápidamente debido a diferencias y rivalidades.

¿Pelearon Juntos?

Sí, Zapata y Villa pelearon juntos, aunque su colaboración fue más bien una alianza estratégica contra enemigos comunes que una cooperación constante en el campo de batalla.

Tras la caída de Huerta en 1914, los revolucionarios se dividieron en facciones, y Zapata y Villa se aliaron contra Carranza en la Convención de Aguascalientes.

Villa aceptó el Plan de Ayala de Zapata, que enfatizaba la reforma agraria, y juntos prometieron luchar hasta instalar un presidente civil en el Palacio Nacional.

Sin embargo, su alianza no duró mucho. En diciembre de 1914, tras su entrada en la Ciudad de México, fueron obligados a retirarse por las fuerzas de Carranza.

A partir de entonces, operaron de manera más independiente, aunque compartían el objetivo común de combatir a Carranza.

Villa fue derrotado por las fuerzas de Carranza en 1915, mientras que Zapata continuó luchando en el sur hasta su asesinato en 1919.

Diferencias entre Villa y Zapata

A pesar de su alianza, Zapata y Villa tenían diferencias significativas en sus enfoques y orígenes.

Zapata era un líder profundamente arraigado en su comunidad local de Morelos, donde luchaba específicamente por la restitución de tierras a los campesinos.

"No confío en nadie que hable de patria sin nombrar la tierra. Aquí peleamos por el surco, no por discursos" (Carta a Villa, 1915, en Womack, 1968).

Su movimiento, el zapatismo, estaba centrado en la reforma agraria y la defensa de los derechos de los pueblos indígenas y campesinos.

Por otro lado, Villa provenía del norte de México y tenía una visión más amplia, aspirando a un liderazgo nacional. Aunque también apoyaba la reforma agraria, su ejército era más diverso y menos cohesionado que el de Zapata, y su estilo de liderazgo era más militarista.

"Él era terco como una mula, pero honrado. Nos entendimos sin palabras: los de abajo contra los de arriba." (Memorias de Pancho Villa, citadas en Katz, 1998).

Otra diferencia radicaba en sus personalidades y estilos de vida. Zapata era más reservado y estaba profundamente conectado con su tierra y su gente, mientras que Villa era más extrovertido y carismático, con una reputación de ser impredecible y a veces cruel.

Estas diferencias, junto con la presión de los eventos políticos, impidieron que su alianza durara.

El Asesinato de Zapata: Una Traición en Chinameca

Emiliano Zapata fue asesinado el 10 de abril de 1919 en una emboscada en la Hacienda de San Juan, en Chinameca, Morelos.

El presidente Venustiano Carranza, quien veía a Zapata como una amenaza a su autoridad y a su agenda política, ordenó su eliminación.

El coronel Jesús Guajardo, fingiendo desertar y unirse a las fuerzas zapatistas, tendió una trampa a Zapata, quien acudió a una reunión en la hacienda creyendo que sería una oportunidad para reforzar sus tropas.

Monumento a Zapata en Chinameca

Sin embargo, Guajardo y sus hombres dispararon contra Zapata y sus acompañantes, matándolo instantáneamente. Su cuerpo fue fotografiado y exhibido en Cuautla como una forma de demostrar su muerte y desmoralizar a sus seguidores.

La muerte de Zapata fue un golpe significativo para el movimiento zapatista, pero su legado perduró.

Sus generales continuaron luchando y, en 1920, se aliaron con Álvaro Obregón para derrocar a Carranza.

La reforma agraria que Zapata defendió finalmente fue incorporada en la Constitución Mexicana de 1917, aunque su implementación fue lenta y parcial.

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